sábado, 19 de noviembre de 2011

Previa a las elecciones del 20-N con los amigos.

Fuimos al famoso 100 montaditos los amigos y amigas de siempre, los del cole. Nos reunimos todos , algunos tras bastante tiempo, para celebrar con unas cañas el cumpleaños de, como es obvio, uno de nosotros, no era yo y no diré el nombre ya que es irrelevante. No lo es sinembargo decir que nos invitó a la primera ronda a todos, seríamos unos diez más o menos.
Tras un buen rato de espera para los rezagados, unos por la universidad y el dichoso turno de tarde, otros por costumbre y el resto por la lluvia , caía con fuerza. Mientras tanto la espera se amenizaba con las típicas conversaciones vanales que tratan de mostrar un interés en el otro que muchas veces nunca se tiene o peor aún, sólo se quiere hablar de uno mismo.
Bien, tras todo esto llegaron las risotadas, las felicitaciones (ya en persona, porque por el tuenti no se perdona) los míticos recuerdos de nuestras idas y venidas con los años.
Por desgracia, quedamos en el "montaditos" que está al lado del Palacio de los Deportes de Madrid, no solíamos quedar por esa zona, normalmente íbamos por los alrededores del colegio que es donde nos concíamos todo y donde a nadie le molestaba quedar. Pues bien, ese día y a esa hora (las siete de la tarde, ya de noche) Rajoy daba un meeting en el citado palacio.

Los que no lo sabían, lo intuyeron por las ordas de gente, en su mayoría mayor, que iban hacia allí con banderas de españa y del PP e incluso los veteranos y aférrimos seguidores al partido con bufandas, sí, tienen bufandas, como en el fútbol. Pese a ser de derechas, ellos, no dejare de enorgullecerme de una chica que se quedó sin hambre tras devorar a un servidor con la mirada, claro está que con los consiguientes comentarios de los colegas.

Después de todo esto, tras arrasar con las jarras de cerveza, los montaditos y los ridículos nombres que les pones a las listas para que los griten por megafonía salió el tema. Ese maldito tema que tira amistades inmemoriables a la basura. La política.
"¿A quién vais a votar?" se repetía una y otra vez, yo que lo veía venir decidí mantenerme al margen.
Bla, bla, bla de la gente para llegar a donde interesa, ese punto en el que uno deja de ser el amigo que te servía y sirve las copas en el botellón, el que te hace "coberturas" en la discoteca, con los que veraneas, compartes secretos inconfesables, y un largo etcétera. Llega el momento en el que uno, en mi caso para variar, piensa distinto. Estás fuera de su esquema, inconcebible.
Mi buena amiga sentada a mi derecha, hizo lo que yo habría hecho;

- La cosa está fatal y son todos unos corruptos. Yo no sé a quien votar, pero al PP y al PSOE, no. Son la misma mierda.

Ahí saltó el primero:

- Si todos vamos a votar al PP. (Cabe esperar de una pandilla de chavales acomodados del barrio Salamanca)

-Bueno, eso es lo que haceis vosotros que sois unos borregos, no sabeis ni lo que votais. Haceis lo que os dicen o creéis que hacen los demás. (Toda la razón querida).

¡Bum! ¡Pim, pam, pum! Se armó, de la amistad al odio. Miradas asesinas, insultos y gritos en el aire; que si rojos, que si fachas, que si perroflautas los del 15-M....
Ahí me hervía la sangre, como a los demás, pero me prometí no hablar. No. Siempre acabo mal por pensar distinto, que sean otros esta vez.Cogí a los tres de mi lado y saqué tema de conversación, mientras lo otro seguía igual.

Al final siempre acabo con la misma sensación, y por eso ya no hablo en dicho tema. Una sensación familiar, al menos para gente impulsiva y cabezota como yo.
Primero algo pasa en el estómago, te pones firme, es la guerra. Coges aire, no vaya a ser que no contestes alguna acusación, es un tiro fallido al enemigo. Luego notas como toda la sangre sube a la cabeza y cuando te quieres dar cuenta estás gritando y con las orejas ardiendo. A parte de lo fisiológico, que no deja de ser una respuesta a un ataque, está la parte emocional en la que miras a tus colegas y piensas, "joder, pero si este tío/a es la ostia, mi mejor amigo/a, un chico/a diez y yo gritándole, mandándole a donde todos sabemos."

Finalmente, por lo menos los chicos que para eso somos menos rencorosos y más simples que las mujeres, a los diez minutos de salir del emplazamiento del combate quedó todo olvidado y a cenar y peli en casa de la más vieja amiga, por tiempo que no por edad, de un "escritor".

No obstante, queda una sombra. Un pensamiento con su consecuente sensación. "¡Serán ingorantes!"
Pues todos, piensen como piensen, digan lo que digan, son papagayos, autómatas a los que se les a enseñado cómo pensar y qué decir. Oyen algo en televisión y lo repiten, se apoderan de ello sea lo que sea, sin más. Sin moral ni ética. Sin razocinio. Animales.
Todos se creen y quieren ser distintos, su ingnorancia (por dejadez y conformismo que no por falta de capacidad, pues los hay inteligentísimos) los lleva finalemente a contradecirse a sí mismos, no se escuchan, repiten lo que siguen oyendo en un bucle al infinito y lo quieran o no acaban todos en el mismo punto. 
Es lo que tiene vivir en una sociedad en la que te siguen etiquetando, siguen vivos los recuerdos de guerras que ya poca gente vivó, la pifias que ya se solucionaron, etc, etc. Un pueblo de grandes dimensiones que en lugar de mirar hacia adelante o al presente mira hacia el pasado. 

Ganarán los de siempre, los más vulgares, que no arriesgan, siguen la norma y estaremos siempre igual. Tal y como hablamos durante la fase pacífica de la cena, acabaremos dispersos por el mundo para trabajar. A ver si es verdad.

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